lunes, 3 de enero de 2011

Llámenme boludo...

Lucía y yo nos acabamos de enterar de que ella está embarazada.

Me marea un poco pensar en ello. Me doy cuenta que no me doy cuenta de lo que significa realmente, del alcance del hecho. Intuyo una cantidad de cosas, de las renuncias que significa.

Mi amigo Roberto me dice que son las últimas vacaciones de verdad que voy a tener, que las aproveche bien. Mi hermano Martín me dice que aproveche para dormir ahora que puedo. Tenía planeado un viaje a Buenos Aires con Lucía que probablemente no podamos hacer.

Pese a esas cosas que intuyo, me doy cuenta que todavía no sé realmente qué es lo que me espera.

Tal vez no estoy preparado para ser padre, y por eso no logro darme cuenta de lo que ser padre significa. Aunque todos me dicen que nunca se está preparado realmente, que la realidad supera cualquier expectativa.

Tal vez no deba darle tanta bola a lo que sé o no sé, a lo que logro darme cuenta y a lo que no, si soy conciente o si soy un incociente. Porque en realidad me basta con la sensación de tibieza que siento en el pecho cuando pienso en Cajú. Llámenme boludo.

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