martes, 11 de enero de 2011

La ecografía

Este post es simplemente para decirles que la ecografía es lo más grande que hay. Punto.

Hoy de mañana tuvimos la segunda ecografía de Cajú:

El lugar donde se la hacen es bastante anodino. Pasillos y ventanas sin carácter ninguno. Una sala de espera atestada de gente y nadie para atendernos. Es pleno enero, hace calor y no hay ni aire acondicionado ni ventilación de ningún tipo. Nos levantamos bastante más temprano que lo que veníamos haciéndolo, por lo que estamos cansados y a mí me duele la cabeza. Estamos sentados allí, esperando, sin saber cómo es el mecanismo, si nos van a llamar o debemos anunciarnos -cosa difícil de hacer ya que no hay nadie con quién hacerlo-. Por suerte, luego de una larga espera -tal vez más de media hora-, aparece una enfermera y empiezan a llamar gente, la que va pasando a una salita.

A los pocos minutos nos llaman. La habitación es chica y tiene muy poca luz. Se presenta un médico veterano que nos habla de forma mecánica. Nos presenta al médico ayudante que es el que va a manejar el ecógrafo -el mismo médico que le hizo la primera ecografía a Lucía-. Nos empieza a hacer preguntas: "¿Es este el primer embarazo de Lucía? ¿Qué edad va a tener Lucía cuando nazca el bebé?". El otro médico le pone gel en la barriga a Lucía. "¿Hay casos de problemas genéticos en la familia?". Aparece Cajú en la pantalla. "¿Qué edad voy a tener yo...?". Ya no pude escuchar nada más. 

Escuchaba al doctor que me hablaba pero era como si yo estuviera abajo del agua: todo se movía lentamente y se escuchaba distante. Lo único que existía en el Universo era la barriga de Lucía y Cajú en la pantalla.




Ah, Cajú es varón. Como el papá. Como si hiciera falta algo más...

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